El omega-3 es un ácido graso saludable que el cuerpo humano necesita, pero no puede producir por sí mismo, por lo que se obtiene de alimentos como el pescado, los crustáceos o los aceites vegetales.
El omega-3 desempeña diferentes funciones en el organismo, ya que estimula el crecimiento y el desarrollo del cerebro, fortalece la regulación de la presión, ayuda a la coagulación sanguínea y protege el sistema inmunitario, entre otros.
Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el planeta con más de 17,1 millones. En Ecuador, las enfermedades cardíacas o del corazón encabezan el listado de las principales causas de muerte en el país, lo que equivale a más de 15 mil decesos por año.
Ante la alta prevalencia de este tipo de enfermedades, Agustín Fernández Ferriolo, CEO de Impexpharm, destaca la importancia de consumir omega-3, como una forma efectiva de prevenir diferentes patologías relacionadas con la salud del corazón.
Los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos establecen una ingesta adecuada de ácidos grasos omega-3 para personas sanas de 1,1 a 1,6 gramos diarios, dependiendo de la edad y el sexo.
Por este motivo, desde hace dos años, Impexpharm impulsa el consumo de omega-3 en Ecuador, a través de la oferta de novedosos suplementos alimentos y con calidad internacional. Su producto estrella, KrillOmex, es el único aceite puro de krill de 1 gramo.
Este aceite es un suplemento alimenticio novedoso que se extrae de la especie de krill Euphausia Superba, un tipo de crustáceo minúsculo similar a un camarón. Consiste en una fuente rica de ácidos grasos omega-3, cuyas ventajas incluyen una diversa gama de beneficios para la salud del corazón, el cerebro y, en general, todo el organismo.
Además de la ingesta de aceite de krill, los expertos en salud y nutrición recomiendan mantener una buena alimentación, así como evitar tiempos prolongados de inactividad, hacer pausas activas durante el trabajo y realizar ejercicio.
Esta combinación podría contribuir, de forma significativa, a reducir el riesgo de muerte prematura por enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, entre otras afecciones cardiovasculares que tienen alta prevalencia entre la población ecuatoriana.