La educación virtual se ha convertido en la nueva manera de llegar a las personas a través del conocimiento, generando oportunidades para personas que quizás no pueden desplazarse o quisieran carreras que solo se ofrecen en universidades internacionales.
Para hablar de las proyecciones que están ocurriendo en el sector, en primer lugar, hay que definir lo que entendemos por educación virtual, distinguiendo entre educación con apoyo de tecnologías on-line (centros presenciales cuyos docentes utilizan las tecnologías para apoyar su docencia), educación híbrida o blended (programas educativos que mezclan su docencia presencial y docencia on-line) y educación completamente on-line, también denominada e-learning, en la que toda la formación se transmite a través de las tecnologías.
Dicho esto, nos centraremos en la educación completamente virtual para analizar su crecimiento en Latinoamérica. Según los datos del Observatorio Sectorial de DBK, esta formación está incrementando su ritmo de expansión en Latinoamérica, al pasar de 1.770 millones de euros tras la pandemia de covid-19 a un crecimiento en torno a 3.000 millones durante el 2023. No obstante, el interés no se centra solo en dar a conocer los “grandes datos”, sino en entender que la educación virtual seguirá creciendo, porque la pandemia puso en evidencia la necesidad de flexibilizar metodologías y recursos educativos y de fortalecer las competencias digitales de docentes y estudiantes en este siglo XXI.
Crecimiento de la educación virtual en el mercado
La educación virtual demostró durante la pandemia del COVID-19 su capacidad para mantener el sistema educativo en funcionamiento, a pesar de su absoluta falta de rodaje previo. Ha mostrado también disfunciones, pero más vinculadas a las infraestructuras de algunos entornos rurales, a la situación socioeconómica de las familias o a la falta de competencia digital de algunos docentes que a limitaciones intrínsecas de la propia educación virtual. Rechazar este tipo de educación es desconocer su verdadero potencial, que no se limita, ni mucho menos, a trasladar el formato presencial al ámbito digital. Igual que en las escuelas de hoy ya no es asumible imaginar a un profesor dando clase en voz alta con todos los alumnos en silencio y escuchando durante una hora, la educación virtual tampoco consiste en que una persona hable sin parar delante de una cámara.
El auge de la educación virtual proviene de la creación de experiencias de aprendizaje fuertemente vivenciales a través de medios digitales, de la cada vez mayor alfabetización digital de la población (incrementada exponencialmente durante la pandemia) y del efecto de la globalización en la educación que te permite formarte cuando quieras, desde dónde quieras y con quien quieras.
Retos para las instituciones educativas
Uno de los retos que tienen las instituciones educativas es adaptarnos al aprendizaje del siglo XXI, que se caracteriza por ser conectivista y prosumidor. El conectivismo es una teoría que plantea que el aprendizaje no es algo estático, sino dinámico, generado por la enorme diversidad que encontramos en las distintas fuentes de información con las que interactuamos, es un aprendizaje basado en nodos de conexión del conocimiento en constante movimiento. Es igualmente prosumidor, porque convierte al antiguo estudiante receptor de información en protagonista y generador de nuevo conocimiento, lo que se traduce en escenarios cooperativos y colaborativos en entornos cercanos y lejanos, de forma que las metodologías activas bidireccionales, que sitúan al estudiante como centro de producción de conocimiento, irán ganando terreno a las metodologías pasivas unidireccionales que simboliza la clase magistral.
La educación virtual se adapta perfectamente a este tipo de aprendizajes, por lo que uno de sus grandes retos es el cambio de rol docente, sobre el que hay que trabajar. Hace ya tiempo que se dice que los profesores no serán sustituidos por máquinas, pero los profesores sin ninguna pericia tecnológica y metodológica serán mayoritariamente sustituidos por profesores que sí las tengan. No es menor el reto que la Inteligencia Artificial supone para los sistemas educativos y especialmente en entornos virtuales, donde la biometría de la imagen y la voz va a cobrar un protagonismo importante para evitar la suplantación de la identidad en los sistemas de evaluación.
Está nueva dinámica de aprendizaje trae consigo también tendencias que pueden ser un reto y una oportunidad de las instituciones para alinearse a las nuevas necesidades de los alumnos, como, por ejemplo, la tendencia educativa BYOD (Bring Your Own Device), que pone el foco en el elemento tecnológico que compartimos la inmensa mayoría de los seres humanos, que es un smartphone. Sacar el mayor provecho de la nueva transformación digital garantizará que las instituciones educativas se mantengan vigentes y atractivas para las nuevas generaciones.
Por: Consuelo García Tamarit
Vicerrectora de Docencia e Innovación Educativa de la Universidad Internacional de Valencia (VIU).