Con la llegada del buen tiempo y el calor, los pies se resienten. Tras tenerlos protegidos bajo calcetines y zapatos cerrados, las altas temperaturas hacen que no solo nos quitemos capas de ropa, sino también que los pies salgan al descubierto, experimentando un cambio drástico que puede traer consigo un deterioro de la salud podológica.
Los pies son una de las extremidades que más sufren en los días de playa y piscina, por ello se recomienda prestar especial cuidado en los meses de verano.
En primer lugar, hay que interiorizar que el pie precisa cuidados durante todo el año y no solo cuando hay que enseñarlos. Los pies requieren de una, dos o varias revisiones con un podólogo, más si existe algún tipo de patología.
Por otro lado, con el calor aumenta la sudoración corporal y especialmente en los pies. Esta situación puede prevenirse usando productos antitranspirantes. También es importante no exponer los pies a largos paseos si llevamos meses sin movernos demasiado debido al mal tiempo y las restricciones. Hay que restaurar la marcha de forma gradual para no sobrecargar los pies.
No olvidar nutrir los pies, lavarlos a diario y secarlos muy bien, sobre todo en los espacios entre los dedos. De esta manera impedimos la maceración de la piel por exceso de humedad y la aparición de grietas en la piel, así como la infección por hongos. La aplicación diaria de cremas emolientes en los pies mejora la elasticidad de la piel y evita en lo posible la proliferación de grietas y descamaciones en la misma, que frecuentemente son causa de picor y dolor.
Las zapatillas son para la playa y la piscina. Es aconsejable la utilización de zapatillas de goma en el entorno de zonas de baño en playas y piscinas, para lo que están diseñadas. Así podemos prevenir el contagio de infecciones como hongos y papilomas subsidiarios de aparecer si caminamos descalzos en esas áreas.
Se debe tener cuidado con las sandalias de tiras. A la hora de adquirir calzado, este tipo de calzado. Estas no deben comprimir zonas del pie que estén prominentes o con deformidades, así se evita la formación de rozaduras y callosidades dolorosas. También hay que tener cuidado con los calzados planos con suelas muy delgadas y sin nada de altura en el tacón para un uso prolongado al caminar. No tiene la amortiguación necesaria para los golpes que se producen al caminar, de manera que el pie recibe impactos continuamente. Pueden causar dolencias de larga evolución y en ocasiones muy incapacitantes.
Si empleamos calzado deportivo muy a menudo, es aconsejable disponer de más de un par para permitir un mínimo de 24 o 48 horas de ventilación entre puesta y puesta, y poder alternar su empleo.
Damaris Vizcaíno Especialista en Podología Cura Pie, enfatiza que “Es importante realizar un correcto corte de las uñas, siempre rectas y con forma cuadrada. Así se evita que se claven en los laterales y causen dolor e infecciones en la piel de los dedos. Si pintamos las uñas en verano, debemos eliminar los esmaltes periódicamente para permitir que las uñas tengan un mínimo de transpiración y disminuir la penetración de los componentes químicos de los esmaltes en el espesor de la uña, que acabaría por debilitarla y modificar su color natural”.
También hay que echarse crema en los pies. “No olvidar ni descuidar la aplicación de cremas de protección solar también en el dorso de los pies, al igual que en el resto del cuerpo. Así evitaremos sufrir molestas quemaduras solares”, recalca el especialista.
Una recomendación importante es que el ejercicio de caminar descalzo por la orilla de la playa es beneficioso siempre y cuando ajustemos las distancias a las capacidades y posibilidades de soportar el esfuerzo muscular al que sometemos a los pies en esta situación.