Prestar especial atención a los hábitos saludables de nuestros abuelos es una forma significativa de honrar y respetar sus vidas. Es fundamental considerar que el proceso biológico de envejecimiento comienza desde el nacimiento, pero es a partir de los 30 años que empiezan a manifestarse cambios degenerativos graduales.

Según Héctor Padilla, director de la Escuela de Fisioterapia de la UIDE, muchos problemas de salud enfrentados por los abuelos están directamente relacionados con la disminución del movimiento y la actividad física. Los malos hábitos y el sedentarismo agravan las secuelas propias de la edad, como la pérdida progresiva de musculatura (sarcopenia) y afectaciones en el sistema músculo-esquelético, como osteopenia y osteoporosis. Estas condiciones incrementan el riesgo de caídas y fracturas, principales causas de discapacidad en la tercera edad. La disminución de la calidad del sistema osteomuscular se relaciona con una baja actividad del metabolismo, perpetuando el dolor y enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, accidentes cerebrovasculares, discapacidad, movilidad limitada, dolor crónico y cáncer.

Según Padilla, la fisioterapia, como ciencia de la salud y del movimiento, promueve el ejercicio dosificado permanente para mejorar las capacidades funcionales de la población. En el caso de los abuelos, se debe prescribir ejercicio terapéutico individual acorde a las necesidades y objetivos de cada paciente, en función de sus características, enfermedades y/o lesiones. Este tratamiento ayuda a obtener huesos más densos, músculos más fuertes, articulaciones más móviles y una mejor salud mental.

Existen diversos tipos de ejercicios beneficiosos para los abuelos. Muchas personas piensan que caminar es suficiente, pero la prioridad en este grupo etario debe ser mejorar la capacidad funcional para moverse con libertad y disfrute. Es esencial enfatizar en ejercicios que mejoren la fuerza para combatir la sarcopenia. La evidencia científica ha demostrado que el ejercicio vigoroso, incluido el entrenamiento de fuerza, mejora la calidad del sueño, la salud mental y reduce la pérdida de independencia, además de disminuir el riesgo de enfermedades como demencia senil, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares. También reduce la recurrencia del cáncer entre un 21% y un 35%, la mortalidad por cáncer entre un 28% y un 44%, y el riesgo de mortalidad por todas las causas entre un 25% y un 48%.

Por ello promover el bienestar y la calidad de vida de los abuelos a través de hábitos saludables es esencial y es ahí donde la fisioterapia y el ejercicio regular desempeñan un papel crucial en mejorar la salud física y mental, ayudándoles a mantener su independencia y reducir el riesgo de enfermedades y discapacidades.

Por Yazmín Bustán

Feminista. Trabajando en visibilizar el trabajo que hacemos las mujeres,

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