El martes 11 de septiembre del año 2001, a las 08:46 de la mañana, un avión del vuelo 11 de American Airlines se estrelló contra la Torre Norte del complejo World Trade Center en el Bajo Manhattan, en la ciudad de Nueva York. Diecisiete minutos después, a las 09:03, la Torre Sur del World Trade Center fue impactada por el vuelo 175 de United Airlines. Ambas torres de 110 pisos se derrumbaron en una hora y 42 minutos.
Un tercer avión, el vuelo 77 de American Airlines, que había despegado del Aeropuerto Internacional de Dulles, fue secuestrado sobre Ohio y estrellado a las 09:37 de la mañana contra el lado oeste del Pentágono (sede del Ejército de Estados Unidos) en el condado de Arlington, Virginia, causando un colapso parcial en esa parte del edificio.

Había un cuarto y último avión secuestrado que no pudo cumplir su objetivo, ya que los pasajeros del avión intentaron recuperar el control de la aeronave de los terroristas y terminó estrellando en otro lugar.

Los ataques terminaron con la vida de 2.996 personas y hubo más de 25 mil heridos, así como consecuencias sustanciales para la salud a largo plazo, además de la pérdida de millones de dólares en daños a la infraestructura y la propiedad.

Veintitres años después, el recuerdo de las víctimas del 11-S sigue vivo, y honramos no solo a quienes murieron aquel día, sino también a quienes fallecieron más tarde por las consecuencias de los ataques.

Honrar a las víctimas y un llamado a la reflexión para que cada día renovemos nuestro compromiso de construir un mundo libre de violencia y de odio.

Por Yazmín Bustán

Feminista. Trabajando en visibilizar el trabajo que hacemos las mujeres,

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