Por Cecilio Moreno Mendoza / Cmoreno@Vistazo.Com
“Me permito de nuevo rogar a los señores debatientes usar un lenguaje menos acalorado porque tengo temor de que vayamos a llegar a terrenos en los que no es conveniente que se sitúe este debate”, arengó el moderador, Alejandro Carrión, a los finalistas de la segunda vuelta electoral de 1984, León Febres-Cordero y Rodrigo Borja.
Este, considerado el debate más recordado de la historia electoral ecuatoriana, no fue el primero. El sábado 27 de mayo de 1978, con el anuncio del retorno a la democracia y la iniciativa del Círculo de Periodistas del Guayas, se llevó a cabo un debate televisado entre los seis candidatos que entonces aspiraban a la presidencia de la República.
Casi un año después, el 5 de febrero de 1979, los finalistas Jaime Roldós Aguilera y Sixto Durán-Ballén se reunieron en Quito, en un set de televisión, junto a cuatro periodistas, en lo que se denominó Foro Presidencial.
Estos debates estuvieron también entre los primeros que se realizaron en América Latina, un continente, para entonces dominado por dictaduras militares.
«Míreme a los ojos»
Carlos Alberto Torres, profesor de Teoría de la Comunicación, abogado y político mexicano, considera que “los debates son una oportunidad para que los ciudadanos evalúen las capacidades de liderazgo de los candidatos. También permiten observar cómo manejan la presión y articulan sus ideas ante un público amplio».
El debate entre Borja y Febres-Cordero ha sido proyectado en diversas aulas universitarias del continente y analizado desde múltiples ángulos por expertos en comunicación visual. La famosa frase de Febres Cordero, “Míreme a los ojos, doctor Borja”, ha sido interpretada y reinterpretada. Para unos, “al no temer el contacto visual, Febres-Cordero buscaba proyectar una imagen de que no tenía dudas sobre sus propias afirmaciones y que estaba dispuesto a defenderlas públicamente”. Para otros, “Este gesto sugiere que Febres-Cordero creía que Borja no estaba siendo sincero y que su mirada revelaría sus verdaderas intenciones o la falsedad de sus argumentos.
E incluso, existe la teoría de la conspiración que sugiere que los camarógrafos ya estaban previamente entrenados para captar en primer plano la mirada baja del candidato Borja. El canal de televisión anfitrión pertenecía a un grupo económico ligado a la banca y cercano a Febres-Cordero.
Debates en segunda vuelta no volvieron a suceder hasta 2021. No así los de primera vuelta que se retomaron en 2006 por iniciativa de la Cámara de Comercio de Guayaquil. Allí aparecieron, entre otros, un muy joven Rafel Correa, una novel Cynthia Viteri de quien Correa se mofó y un veterano de las contiendas presidenciales como Álvaro Noboa.
En su intervención y haciendo referencia al crecimiento económico del país, la candidata socialcristiana Cynthia Viteri habló de que “en este rato tenemos un producto bruto interno de 34 mil millones de dólares”. En la réplica Correa la acusó de haber estropeado los conceptos económicos: “mejor no hablar de algo que no se conoce, como, por ejemplo, que es producto interno bruto y no producto bruto interno”.
Una pequeña investigación nos muestra que en varios países de América Latina y especialmente en el Cono Sur, el término producto bruto interno es el más aceptado. En Argentina, por ejemplo es ampliamente utilizado en discursos oficiales, documentos académicos y medios de comunicación. Igual sucede con frecuencia en Perú y Uruguay.
Durante este debate, también se hizo viral el momento en que Rafael Correa acusó a Álvaro Noboa de que, a pesar de ser el hombre más rico del país, estaba en el décimo lugar entre los que más pagaban impuestos. Noboa replicó acusando a Correa de estar “financiado por Venezuela para llevarnos a la misma crisis venezolana”.
En ese mismo período electoral, el 5 de octubre de 2006, hubo otro debate entre los aspirantes a la presidencia. Sucedió en el Teatro Nacional Sucre de Quito y organizado por la cadena CNN con la conducción de la presentadora colombiana Claudia Palacios.
Igualmente hubo dos debates para las elecciones de 2017. Ambos antes de la primera vuelta electoral. En el primero no participó el candidato oficialista Lenin Moreno.
“Andrés, no mientas otra vez”
A partir de 2021, unas reformas al Código de la Democracia volvieron obligatorios los debates. En esa oportunidad, el que pasó a la historia y también ha sido objeto de debates académicos, fue el debate de segunda vuelta entre Guillermo Lasso y Andrés Araúz.
La frase repetida por Lasso y que más reacciones ocasionó fue: “Andrés, no mientas otra vez”. Fue usada para corroborar que algunas de las afirmaciones del candidato Arauz supuestamente carecían de veracidad. Pero las repercusiones, según estudios, fueron más allá del ámbito político.
“El efecto que produjo esta frase no solo fue al candidato presidencial, en ese entonces, Andrés Arauz, sino también a quienes tienen este nombre, ya que fue motivo de burla en diversos ámbitos, como el laboral, social y familiar”, concluyó el comunicador Alex Castillo en un trabajo previo a su titulación en la Universidad Técnica de Ambato.
En las elecciones anticipadas de 2023, el debate de primera vuelta tuvo aspectos inéditos que redundaron en su popularidad. Unos días antes había sido asesinado uno de los aspirantes y eso motivó a que el organismo electoral no autorice la participación de su reemplazante.
Igualmente, la mecánica establecía que cada candidato tenía que repreguntar a unos de sus colegas, escogiéndoles de entre unas tarjetas que tenían el nombre de cada uno en orden alfabético. Es por ello que durante los primeros minutos, una y otra vez, el repreguntado fuera Bolívar Armijos, el menos locuaz de todos.
“Por favor, ¿me puede repetir la pregunta?», suplicaba Armijos.
Los memes no se hicieron esperar y estos inmediatamente elevaron la audiencia.
La segunda en orden alfabético era Luisa González, por lo que también tuvo que participar varias veces en los primeros minutos. “Ya lo hicimos y lo volveremos a hacer” fue la frase cliché y repetitiva que usó en sus intervenciones. Esto fue otro combustible para las redes sociales.
Así llegaremos al domingo 19 de enero, donde por la cantidad de aspirantes, el debate se dividirá en dos grupos. Esto hace presagiar poca emotividad, aunque las mayores expectativas estarán en el primer grupo en el que siete contrincantes se enfrentarán directamente con el actual presidente y candidato, Daniel Noboa.
En el segundo grupo donde estará la reincidente Luisa González, se prevé que los ocho participantes dirijan sus fuegos al Presidente, quien a esa hora ya no estará presente, pues estará cerrando sus valijas para viajar a Washington a la posesión de Donald Trump.
Pocos antecedentes sobre los debates
En la Wikipedia se lee que “los debates presidenciales modernos son herederos de una tradición que se remonta a los enfrentamientos dialécticos de la Grecia clásica. Desde tiempos antiguos, la idea de que el diálogo y el debate pueden desembocar en verdades trascendentes ha sido un pilar en diversas culturas, desde los eruditos de India y Judá hasta las protodemocracias de Grecia y Roma”.
En el siglo XX, fue en Suecia donde se registró el primer debate político, en 1934 y por radio. Los suecos tuvieron que esperar hasta 1948 para que el canal público STV trasmitiera en vivo un debate en la víspera de las elecciones parlamentarias.
Pero el aún más recordado sucedió en 1960 entre John F. Kennedy y Richard Nixon. En realidad fueron cuatro debates, el último en Nueva York y que fue visto por 66 millones de televidentes. Para la naciente industria televisiva, este ejercicio “sirvió como muestra de la importancia que los medios audiovisuales empezaban a cobrar en la política”.
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Los análisis de la época recuerdan que Kennedy ganó ante las cámaras frente a un Nixon que se rehusó a maquillarse. Las encuestas revelaron que entre los televidentes ganó Kennedy, pero que entre los que solo lo escucharon por radio, ganó Nixon cuya capacidad de oratoria se percibió superior.
“La forma en que un candidato se presenta puede cambiar radicalmente su posición en las encuestas y, por ende, su futuro político”, advierte el analista político chileno Fernando Rojas.
En América Latina hay solo dos de estos ejercicios democráticos que antecedieron a los efectuados en el Ecuador. El primero fue en 1960 en Brasil previo al triunfo de Janio Cuadros, un presidente que duró apenas un año en funciones. El segundo se desarrolló en 1962 en República Dominicana entre el sacerdote jesuita Láutico García y su contrincante a la presidencia, el profesor Juan Bosch. El debate duró hasta la madrugada e influyó en el triunfo de Bosh, quien tampoco duró mucho en el poder.