La alimentación familiar se ha visto profundamente trastocada por el ritmo de vida actual. Las nuevas opciones, aunque prácticas en el corto plazo, pueden tener consecuencias a largo plazo en la salud de las futuras generaciones. Esta preocupación se refleja en un informe reciente del Instituto Nacional de Estadística y Censos, que indica que el 17,5% de los menores de 5 años en Ecuador padece desnutrición crónica. Asimismo, indica que la obesidad infantil en este mismo grupo de edad alcanza el 8,8%. Estas cifras alarmantes enfatizan la importancia de adoptar hábitos alimenticios saludables en el hogar para contribuir al adecuado crecimiento y desarrollo de los niños.
“La mesa familiar es más que un lugar para comer; es un espacio donde los niños absorben no sólo nutrientes, sino también las costumbres alimenticias que definirán su salud como adultos. Mantener hábitos saludables, incluyendo una alimentación equilibrada, completa y balanceada es fundamental. Priorizar los alimentos frescos de todos los grupos y que sean ricos en nutrientes como los lácteos es esencial para garantizar un desarrollo saludable en la infancia, por tanto en la adultez” explica Ana Altamirano, nutricionista de Vita Alimentos.
En este contexto, es crucial entender cómo la alimentación en el hogar puede construir o poner en riesgo la salud de nuevas generaciones. A continuación, la experta comparte los 3 efectos peligrosos de una inadecuada herencia familiar alimentaria.
1. Dependencia de alimentos ultra procesados: La presencia de alimentos ultra procesados como snacks y comidas rápidas o pre cocidas, se ha incrementado debido a su bajo costo y fácil acceso. Aunque prácticos, estos productos están cargados de azúcares refinados, grasas trans y sodio, lo que contribuye al aumento de la obesidad infantil, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares desde edades tempranas.
“Más allá de los efectos físicos, el consumo frecuente de estos productos condiciona el paladar de los niños a sabores artificiales, dificultando la aceptación de alimentos frescos como frutas, verduras y lácteos. Este hábito perpetúa una dieta desbalanceada que afecta directamente la salud a largo plazo”, añade la nutricionista de Vita Alimentos.
- Alimentación pobre en nutrientes: Muchas familias limitan su dieta a alimentos básicos como arroz, plátanos y papas, dejando fuera ingredientes esenciales para una nutrición equilibrada. [4]Por ejemplo, un estudio de la FAO señala que el consumo insuficiente de frutas, verduras y proteínas contribuye a que el 45% de las muertes infantiles en el mundo estén relacionadas con problemas de desnutrición.
Eliminar alimentos como lácteos priva al cuerpo de calcio, vitamina D y proteínas, esenciales para el crecimiento óseo y muscular. De igual manera, evitar carbohidratos, principales fuentes de energía, puede provocar fatiga y bajo rendimiento escolar, con consecuencias que persisten hasta la adultez.
- Ausencia de horarios regulares: En muchos hogares, las comidas no tienen horarios establecidos, lo que genera patrones alimenticios desordenados y un impacto negativo en la salud. La falta de rutina fomenta «picoteos» frecuentes, generalmente de alimentos poco nutritivos como galletas o snacks procesados, que aumentan el consumo de calorías vacías sin aportar beneficios reales.
Este desorden alimenticio también desregula las señales naturales de hambre y saciedad, lo que puede llevar al sobrepeso y dificultar el control del peso a largo plazo. Además, la ausencia de un horario fijo afecta el metabolismo, generando desbalances energéticos que impactan el rendimiento físico y mental, especialmente en niños en etapa escolar.
Educación Alimentaria:
Corregir estos patrones no requiere transformaciones radicales, sino pequeños pasos hacia una alimentación más consciente y equilibrada. Aquí algunas estrategias prácticas:
- Planificar menús variados y nutritivos: Incluir alimentos frescos como frutas, verduras, proteínas magras y lácteos. Esto asegura una dieta rica en nutrientes esenciales para el desarrollo físico y mental.
- Establecer horarios regulares para las comidas: Mantener un ritmo constante ayuda al metabolismo y fomenta la disciplina alimenticia, reduciendo el consumo impulsivo de snacks poco saludables.
- Involucrar a los niños en la preparación de las comidas: Esto no solo les enseña sobre nutrición, sino que también fomenta una relación positiva con los alimentos, aumentando la aceptación de nuevas opciones en su dieta.
- Educar la alimentación: Enseñar que ningún alimento está prohibido, pero que todos deben ser consumidos con moderación, promueve una relación saludable con la comida desde temprana edad.
La alimentación en casa es mucho más que una necesidad diaria: es un acto de cuidado y previsión que moldea el futuro. Al evitar errores comunes y priorizar decisiones informadas, las familias pueden transformar su mesa en un espacio de bienestar y crecimiento para las generaciones venideras.