Jenny Panchana es oriunda de Playas de Engabao, lleva 9 meses y medio recibiendo la ayuda de la Junta de Beneficencia a través del albergue Rosa Eva Aguilar, donde recibe un lugar digno para descansar, asearse y comer mientras su pequeño Owen está ingresado en el hospital de niños Roberto Gilbert de la JBG.
“Mi hijo ingresó a los 6 meses de nacido a causa de una acidemia propiónica y ahora tiene 1 año 4 meses. No sé qué hubiera hecho sino tuviera este albergue que me acoge con los brazos abiertos todos los días. Esta enfermedad lo ha mantenido en estado muy crítico y gracias a Dios será dado de alta en estos días, pero necesita de muchos cuidados y tratamientos a seguir” comenta esta joven madre de 4 hijos, dos ellos con la misma enfermedad.
Mientras que Elina, viene de una parroquia rural de Ambato. Desde hace dos meses, se turna con su hija para cuidar a su nieta que nació a las 25 semanas con una prematurez extrema que la mantiene en área de UCIN pero con una evolución satisfactoria gracias a los cuidados de los médicos y enfermeras que hay en el hospital, según comenta.
“Desde que llegamos al hospital nos dieron este albergue para poder dormir, bañarnos, tenemos el desayuno y nos dan un ticket en trabajo social para el almuerzo, tenemos sábanas, toallas limpias y agua. La verdad es una bendición que exista este lugar para las familias que lo necesitamos y todos aquí estamos muy agradecidos con la Junta de Beneficencia por esta gran ayuda que nos da” manifestó Elina.
Así como ellas, diariamente el albergue que, desde junio del 2022, la Junta de Beneficencia asumió su administración, brinda este servicio gratuito diariamente a un promedio de 90 personas que se turnan entre padres, madres, hermanas, abuelitos y otros familiares que estén al cuidado de sus pacientes hospitalizados.
Al año de su apertura hasta agosto de este año, el Albergue ha brindado un total de 36.075 atenciones a familiares de pacientes hospitalizados en los centros médicos de la red de la Junta de Beneficencia, principalmente a aquellos que viven fuera de la ciudad y se encuentran en condiciones de vulnerabilidad, brindándoles la oportunidad de tener un lugar digno donde descansar y cobijarse mientras atraviesan el dolor de la enfermedad de sus familia