Con base en datos proporcionados por la Organización Panamericana de la Salud, se estima que alrededor del 8% de la población global padece trastornos mentales graves, como la esquizofrenia y el trastorno bipolar.
Adicional, un estudio publicado en la Revista E-IDEA 4.0 en 2023 revela que más de 21 millones de personas en todo el mundo sufren de esquizofrenia, siendo más prevalente en individuos de entre 20 y 30 años, y afectando a hombres con mayor frecuencia.
La esquizofrenia se manifiesta como un trastorno mental grave, con repercusiones significativas en la cognición, las emociones y el comportamiento de quienes la padecen. Aunque los síntomas pueden variar de una persona a otra, a menudo se caracterizan por cambios graduales en el pensamiento, el estado de ánimo y el funcionamiento social.
Es importante destacar que estos síntomas pueden manifestarse antes del primer episodio de psicosis, lo que subraya la relevancia de un diagnóstico temprano y la aplicación de un tratamiento oportuno ante las primeras señales.
La Dra. Yesenia Acosta, especialista en Psiquiatría y miembro de la Sociedad Ecuatoriana de Trastorno Bipolar y la Sociedad Ecuatoriana de Psiquiatría Biológica, enfatiza la influencia de múltiples factores de riesgo, incluyendo la predisposición genética.
“En el contexto de Ecuador, datos de la PAHO indican que aproximadamente el 1% de la población ecuatoriana se ve afectada por esta enfermedad, sin distinción de género, estatus social o económico. Por lo tanto, resulta esencial contar con un seguimiento médico para identificar, descartar o abordar de manera oportuna esta patología», afirma la Dra. Yesenia Acosta.
La especialista destaca que la prevención y el tratamiento adecuado desempeñan un papel crucial en la lucha contra la esquizofrenia. En ese sentido, proporciona algunas medidas preventivas que pueden ayudar a reducir el riesgo de esta enfermedad:
• Tratamiento adecuado: si hay antecedentes familiares de esquizofrenia, es crucial considerar acciones preventivas desde los primeros síntomas. La intervención temprana puede marcar una diferencia significativa en el curso de la patología.
• Prevención del consumo de sustancias: evitar el consumo de sustancias psicoactivas, como la marihuana, pues estas sustancias pueden desencadenar la enfermedad en individuos con predisposición genética, por lo que es importante mantenerse alejado de ellas.
• Mejorar las condiciones psicosociales: reducir la pobreza, el estrés y el sufrimiento en la sociedad puede disminuir los factores de riesgo asociados con la esquizofrenia. Un entorno social y económico estable y apoyo emocional pueden marcar la diferencia.
• Diagnóstico oportuno: detectarla en sus primeras etapas es decisivo. Los profesionales de la salud deben estar alerta a los signos y síntomas tempranos y proporcionar un tratamiento adecuado.
• Integración en la sociedad: es primordial evitar que las personas con esquizofrenia se queden abandonadas y sin tratamiento. La sociedad y las familias deben asumir la responsabilidad de cuidar a los pacientes, brindándoles el apoyo necesario para llevar una vida plena y productiva.
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