Las demencias, incluyendo la enfermedad de Alzheimer, se caracterizan por una pérdida progresiva de las funciones cognitivas que interfiere con las actividades de la vida diaria de la persona. Suele tener un componente hereditario, aunque hay otra demencias secundarias a lesiones vasculares, enfermedades degenerativas como el Parkinson entre otras. Algunos de los síntomas de alarma más comunes incluyen pérdida de memoria, especialmente de eventos recientes o conversaciones; dificultad para resolver problemas o tomar decisiones; cambios en el lenguaje, como dificultad para seguir o participar en conversaciones, volverse más agresivos o inapropiados.
Otro síntoma de alarma es la desorientación en tiempo y espacio, como perderse en lugares familiares o no recordar cómo llegaron a un lugar. En estadios más avanzados pueden salir de casa y no recordar cómo regresar o como llegar a una dirección que previamente conocían. También pueden presentarse cambios en el comportamiento y personalidad, como apatía, depresión, ansiedad, irritabilidad o alucinaciones. Dificultad para realizar tareas familiares, como conducir, manejar finanzas o recordar reglas de juegos, también puede ser un indicador.
Para Luisa Rivera, docente de la Escuela de Psicología de la UIDE, el Alzheimer es la forma más común de demencia. Algunas personas la conocen como “demencia senil”, sin embargo, este término está mal empleado ya que no por ser senil se desarrolla demencia. Se debe emplear el término correcto dependiendo del tipo de demencia que desarrolle la persona. El Alzheimer, además de los síntomas generales, presenta algunas características distintivas, como pérdida de memoria episódica (relacionada con su vida personal), especialmente de eventos recientes, y dificultad para encontrar palabras y nombrar objetos, con uso de palabras generales o circunloquios. La desorientación temporo-espacial, como olvido de la fecha o dónde se encuentra, también es común en el Alzheimer. Además, se observa una disminución de la capacidad para realizar tareas complejas, como manejar finanzas, preparar comida o vestirse.
También presentan cambios en el estado de ánimo y personalidad, como apatía, ansiedad, depresión, irritabilidad o ideas delirantes, también son característicos de la enfermedad de Alzheimer. En etapas avanzadas, puede presentarse dificultad para reconocer familiares y amigos.
Es importante recordar que el Alzheimer y otras demencias progresan gradualmente. Los síntomas iniciales pueden ser sutiles y confundirse con efectos normales del envejecimiento. Si se observan cambios persistentes en la memoria, comportamiento o capacidad para realizar tareas, se recomienda una evaluación médica y neuropsicológica para un diagnóstico temprano y tratamiento oportuno. Es importante en primera instancia descartar otras condiciones médicas que pudieran estar explicando los síntomas como la deficiencia de vitamina B12 o falta de oxígeno al dormir.