· En el marco del Día Internacional contra el Cambio Climático, la directora de la Escuela de Sostenibilidad de la Universidad Europea analiza cómo la inteligencia artificial está revolucionando la lucha ambiental, optimizando recursos y acelerando la transición hacia energías limpias.
La crisis climática es uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad, y la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta poderosa para diversas industrias y soluciones. Su capacidad para optimizar el uso de recursos, predecir fenómenos naturales y mejorar la eficiencia en múltiples sectores está revolucionando la forma en que abordamos el cambio climático, impulsando innovaciones que son cruciales para mitigar sus efectos.
«La IA tiene un potencial inmenso para enfrentar el cambio climático porque puede analizar grandes cantidades de datos y encontrar patrones que los humanos no detectaríamos fácilmente. Esto permite hacer predicciones más precisas sobre fenómenos climáticos y modelar escenarios de impacto», explica Julia Ayuso, directora de la Escuela Sostenibilidad de la Universidad Europea. “Además, la IA puede optimizar el uso de recursos en áreas clave como la energía, la agricultura y la gestión de residuos, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero. Con la IA, se pueden crear sistemas más eficientes que minimicen el desperdicio y maximicen el uso de recursos renovables”, añade.
La experta señala que recientes avances en IA han mostrado su capacidad para optimizar redes eléctricas inteligentes, conocidas como «smart grids», que equilibran la oferta y la demanda de energía en tiempo real. Esto ha facilitado la integración de fuentes renovables como la solar y la eólica, esenciales para reducir las emisiones de carbono. Un ejemplo es el proyecto DeepMind de Google, que ha logrado mejorar la eficiencia energética de sus centros de datos, reduciendo el consumo de energía en un 30%.
Otro caso destacado es el monitoreo satelital, que utiliza IA para analizar la deforestación a nivel global. Plataformas como Global Forest Watch emplean algoritmos avanzados para identificar áreas de riesgo y alertar a las autoridades en tiempo real, ayudando a proteger ecosistemas clave.
En sectores como la agricultura, la energía y el transporte, explica Julia Ayuso, la IA está optimizando el uso de recursos naturales, lo que resulta en una reducción significativa de la huella de carbono. “En el sector energético, por ejemplo, la IA predice patrones de consumo, ajustando la generación de energía para evitar el desperdicio. En el transporte, la IA permite diseñar rutas más eficientes y predecir la demanda de movilidad, contribuyendo a la reducción de emisiones al minimizar los viajes innecesarios”.
En Ecuador, actualmente afectado por una crisis energética debido a la sequía en zonas clave para la generación hidroeléctrica, la IA puede jugar un papel fundamental en la transición hacia fuentes renovables como la solar y la eólica. «La IA puede predecir patrones de generación de energía renovable con mayor precisión, optimizando el uso de estas fuentes y ayudando al país a diversificar su matriz energética, reduciendo así la dependencia de las hidroeléctricas», señala el especialista.
“Mirando al futuro, la IA nos permitirá gestionar nuestros recursos naturales de manera más precisa y en tiempo real. Lo más emocionante es cómo la combinación de IA con tecnologías de captura de carbono puede ayudarnos a reducir las emisiones y avanzar hacia un mundo más limpio. Además, los avances en la modelización climática harán que tomar decisiones sobre el cambio climático sea más fácil y acertado. Estoy convencida de que, en poco tiempo, veremos cómo la IA nos ayudará a adaptarnos mejor, predecir desastres y gestionar el agua de manera más eficiente, para cuidar el planeta.»