La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) es la tercera causa de muerte en el mundo, causando 3,23 millones de defunciones en 2019, según la OMS[1]. En Latinoamérica, la prevalencia de EPOC alcanza un 15% en la población adulta de 40 años y más[2].
La EPOC, o Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, dificulta la respiración debido a una obstrucción persistente del flujo de aire. Si bien factores como la contaminación ambiental y la exposición ocupacional a sustancias tóxicas contribuyen, el tabaquismo es el principal desencadenante, especialmente en países de ingresos bajos y medios, donde representa, según la OMS, entre el 30-40% de los casos[3]. Otros factores de riesgo incluyen la exposición pasiva al humo, la genética y ciertos factores infantiles, como bajo peso al nacer o infecciones respiratorias recurrentes.
Para el internista y broncopulmonar, Dr. Jorge Dreyse, “estas infecciones tempranas, especialmente neumonías y bronquiolitis severas, pueden aumentar el riesgo de desarrollar EPOC en la edad adulta. Incluso un asma mal controlado puede contribuir a este daño pulmonar crónico”.
Una enfermedad subdiagnosticada
La EPOC suele manifestarse a partir de la mediana edad, sin embargo, su progresión puede ser gradual y pasar desapercibida hasta que limita significativamente las actividades diarias. Sus síntomas, como dificultad para respirar, tos persistente y fatiga, suelen presentarse cuando el daño pulmonar ya es considerable y empeora de forma progresiva, especialmente si el paciente continúa fumando, agudizando los síntomas, y puede requerir atención médica urgente.
El Dr. Dreyse alerta sobre el grave problema del subdiagnóstico. “Los pacientes con EPOC suelen adaptarse lentamente a los síntomas, lo que hace que esta condición sea altamente subdiagnosticada”.
Esta patología incrementa significativamente el riesgo de desarrollar otras enfermedades, como infecciones respiratorias, cáncer de pulmón, enfermedades cardíacas y trastornos del estado de ánimo, afectando así la calidad de vida del paciente.
De acuerdo con el estudio PLATINO (Proyecto Latinoamericano de Investigación en Obstrucción Pulmonar), realizado en Caracas, Ciudad de México, Montevideo, Sao Paulo y Santiago de Chile, existe un alto porcentaje de personas sin diagnóstico en Latinoamérica, y una prevalencia de EPOC entre 7,8 y 19,7% en personas mayores de 40 años, de las cuales el 88,7% no sabía de su condición[4].
La espirometría es un examen clave para detectar esta condición a tiempo. Se recomienda que esta sencilla prueba pulmonar sea un examen rutinario para cualquier fumador mayor de 40 años, especialmente si presenta tos crónica o dificultad para respirar. Además, trabajadores expuestos a tóxicos como el humo de leña o carbón, y aquellos con historial de enfermedades respiratorias, también deberían considerar realizarse esta prueba.
Tratamiento y prevención
Aunque la EPOC es una enfermedad crónica sin cura, es posible detener su progresión y aliviar significativamente sus síntomas. Dejar de fumar, evitar la contaminación y vacunarse contra la influenza anualmente, según recomiendan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), son medidas fundamentales para mejorar la calidad de vida de las personas que sufren esta patología o que están en riesgo.
Según el Dr. Dreyse, “aunque el daño pulmonar no se revierte, sí podemos prevenir que empeore”. El tratamiento de esta condición incluye inhaladores, oxígeno y rehabilitación pulmonar, mecanismos que ayudan a controlar la enfermedad.