PhD. Emilio Carrillo – Docente de la carrera de psicología UIDE Guayaquil
En los últimos años el calentamiento global se aceleró, elevando la temperatura del planeta y generando fenómenos naturales más extremos y frecuentes como efecto del cambio climático. Las olas de calor (periodos de temperaturas altas y excesivas) son un fenómeno que se debe atender como un desastre natural que, en la ciudad de Guayaquil, se puede presentar en los meses de más calor (marzo y abril) acrecentando el riesgo en la salud y la vida, debido a las altas temperaturas. Las instituciones, autoridades y ciudadanos deben estar preparados para evitar sus consecuencias y afectaciones.
En Guayaquil hace calor todo el año, aun cuando llueve, y los guayaquileños han experimentado temperaturas aproximadas hasta los 36°C. Pero debemos tener en cuenta, que una persona sana tolera una variación de 3°C de su temperatura interna, sin que se presenten alteraciones significativas en sus condiciones físicas o mentales. No obstante, a partir de los 37°C se produce una reacción fisiológica de defensa, por lo que las personas deben tomar algunas precauciones ante el calor y mitigar la influencia que puedan tener factores de tipo personal (enfermedades subyacentes, no estar adecuadamente hidratados, realizar ejercicio físico intenso, envejecimiento fisiológico, etc.) ambientales (viviendas con temperaturas internas excesivas, exposición excesiva al calor por razones laborales, contaminación ambiental, etc.) y locales (demográficos o climatología).
Cómo afectan las olas de calor al cuerpo
En las personas, las olas de calor hacen que el cuerpo trabaje más para controlar la temperatura, pueden provocar una respuesta fisiológica insuficiente en el sistema termorregulador, pérdida de agua y electrolitos que son necesarios para el funcionamiento de distintos órganos, afectaciones a la piel por la radiación solar directa prolongada, insolaciones y golpes de calor (incremento súbito o excesivo de la temperatura corporal debido a la exposición a altas temperaturas) generando manifestaciones físicas como agotamiento, calambres musculares, gran sudoración, sensación de debilidad o mareo, hemorragia nasal, inestabilidad en la marcha, dolor de cabeza, náuseas o taquicardia, por lo que podrían requerir atenciones de urgencia, o emergencia ante el riesgo e pérdida de vida de la persona. También sus efectos comprometen el sistema nervioso (principalmente el simpático asociado a la respuesta de estrés y ansiedad) afectan la producción de neurotransmisores (serotonina y dopamina) que aportan a la regulación del estado de ánimo y la temperatura, pueden suscitar, irritabilidad, pérdida del sueño, apatía, mal humor, confusión, desánimo, disminuir las emociones positivas o habilidades de afrontamiento, y empeorar la depresión, la ansiedad u otro trastorno del estado de ánimo.
Plan de acción para mitigar el calor
Como parte de las soluciones, es necesario que los guayaquileños sepamos actuar desde la perspectiva de tres escenarios: el primero, de urgencia en la atención de un evento fortuito, ante el cual, se debe cesar la actividad que se esté realizando, beber líquidos, refrescar el cuerpo, ubicarlo en un sitio fresco y prolongado, y de ser necesario, solicitar asistencia médica para evitar complicaciones o una falta de respuesta al riesgo de pérdida de vida. Considerando que hay poblaciones más vulnerables o sensible a cambios de temperatura, como: los niños y niñas (por extenuación al sol directo si no son supervisados, sobrepeso o por vestir con demasiada ropa y no transpirar, entre otros) los adultos mayores (presentan disminución de la percepción de sed debido a la reducción de la sensación de calor, especialmente cuando hay enfermedades neurodegenerativas, alteración de la temperatura corporal, o en casos de diabetes) enfermos crónicos (con problemas cardiovasculares, respiratorios) o personas sometidas a ciertos tratamientos médicos.
El segundo escenario enfocado en la prevención y la cultura de la urbe, es a través de una conducta orientada al cuidado de la salud, que implicaría: hidratarse frecuentemente aunque no exista la sensación de sed, mantener una alimentación adecuada de alimentos frescos que aporte a la hidratación, usar ropa ligera, adecuada, que permita transpirar, llevar lentes de sol, gorra o sombrero, realizar ejercicio acorde a la rutina y capacidad de entrenamiento, utilizar productos de protección solar, permanecer en lugares frescos, con sombra o aclimatados, evitar el contacto directo con el sol en horarios de mayor riesgo, consultar a un médico si tiene síntomas relacionados al calor y ante manifestaciones psicológicas, probar utilizar técnicas de relajación o consultar con un profesional de la salud mental.
Un tercer escenario que aportaría a la prevención, es el institucional, que incluye a las empresas y sus políticas de salud y seguridad, e implica de forma especial a las instancias gubernamentales de gestión de riesgo, que deben contar con sistemas de información ambiental, educar a la población sobre el efecto del calor excesivo, medidas de protección y prevención, asegurar la formación de los presiónales sanitarios y de servicio social, y fortalecer la coordinación de las entidades competentes y de los servicios, a fin de que los guayaquileños podamos convivir más seguros con nuestro siempre presente, amigo sol.